El viaje

Hace tanto tiempo ya…

No recuerdo cuando nací. Mis recuerdos son borrosos. A veces me vienen imágenes de mi pasado, pero no logro asignarles un momento o un lugar concreto. Era un lugar muy caliente, demasiado caliente. Y había mucha presión por parte de todos mis vecinos, que no hacían más que chocarse conmigo y con todos los demás, todos luchando por salir. Algunos contaban historias sobre cuando empezó todo, especialmente por parte de aquellos que habían nacido antes que yo. Pero la historia siempre quedaba incompleta, ya que pronto llegaba otro vecino que le golpeaba bruscamente y provocaba que en un breve instante apareciera en el extremo opuesto.

Sin embargo, a base de unir pequeños fragmentos de esas historias me podía hacer una idea de mi origen.

Al principio todo estaba muy frio, había individuos mucho mas mayores que yo, tanto en edad como en tamaño. Estos individuos se hacían llamar átomos y decían que eran muy pequeños. ¡Pequeños! ¡Ja! Ya me gustaría a mi tener su tamaño.

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Nací en un lugar parecido a éste. De hecho los llaman los pilares de la creación (Fuente: Wikimedia Commons)

Había muchos átomos, pero apenas se tocaban unos con otros. Tenían mucho espacio para moverse libremente. Cómo he dicho, hacía mucho frío y eso hacía que nadie se moviera apenas de su sitio, no podían malgastar la poca energía que tenían. De todos modos, algunos se movían ligeramente, cosas de la inercia, y pasaban unos cerca de otros. En muchas ocasiones, cuando esto sucedía, los átomos seguían su camino como si no hubiera pasado nada, pero otras veces, pasaban tan cerca que terminaban chocando y entre ellos surgía una atracción tan fuerte que quedaban unidos para siempre. De esta manera, se creaban agrupaciones de átomos cada vez más grandes. Como todo en la vida, cuanto mas tienes más quieres, así que empezaron a atraer a más átomos.

Además de crecer en tamaño, estas agrupaciones esporádicas de átomos, estaban cada vez más calientes. Se daban calor unos a otros. Donde más calor hacía era en el centro del grupo. Según estos grupos se iban haciendo más grandes, se volvía prácticamente imposible soportar el calor del interior, ni la atracción que se ejercía desde el interior hacia los átomos más externos.

Un día la temperatura del centro de la agrupación se hizo tan alta, que los átomos que estaban en el centro no aguantaron más y empezaron a fusionarse. La fusión fue una buena idea, a partir de ahí empezaron a generarse distintas partículas más pequeñas que eran lanzadas hacia afuera provocando así una presión que contrarrestaba la atracción.

Por lo que pude deducir, yo soy una de esas pequeñas partículas que mis predecesores lanzaron hacia afuera. Y ahí estaba desde entonces. Es posible que pasaran miles de millones de millones de años, quien sabe, pero todo esto estaba a punto de cambiar. Los choques con otras partículas, me habían estado empujando cada vez más hacia afuera. Ya estaba lejos de donde creía haber nacido, según las historias que escuché. También hacía menos calor. Estaba inquieto, sabía que iba a pasar algo, pero no sabía qué era. Intentaba tranquilizarme, al fin y al cabo mi vida empezó siendo incierta y siempre lo sería. Quizá lo que ocurriera, me llevara a vivir nuevas aventuras, conocer otros lugares y nuevas partículas distintas de mí.

Un buen día, ocurrió lo que estaba esperando. Una explosión repentina, me empujó hacia el exterior. En tan solo unas milésimas de segundo, noté que ya no había presión a mi alrededor, no había nadie con quien chocarme. ¡Era libre! El miedo que había sentido antes se desvaneció y se convirtió en asombro y curiosidad por ver como evolucionaba aquella libertad. De vez en cuando veía a alguno de mis vecinos anteriores en la distancia, pero estaba tan lejos que no podía distinguir si era un primo pequeño de la familia de los muones o si era de los electrones. ¡Qué mas daba! Quería explorar todo lo el nuevo mundo que se abría ante mi.

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Este fue mi hogar durante mucho tiempo. La protuberancia que hay en la parte superior derecha es la explosión que hizo que saliera despedido hacia afuera (Fuente: Wikimedia Commons)

Empecé a fijarme en mi mismo. A estudiar mis sentimientos y mi comportamiento.

Lo primero que descubrí es que, a pesar de que la explosión había sido intensa y que debería estar moviéndome a gran velocidad, el tiempo pasaba muy despacio, demasiado despacio. Parecía que el tiempo se había detenido.

Por otro lado, empecé a notar cambios en mi estructura. No lo he mencionado antes, pero por lo que pude saber, yo era un primo pequeño de la familia de los electrones, pero durante el tiempo que estuve viajando a esas velocidades tan altas, me di cuenta de que me estaba empezando a parecer a uno de los primos de la familia de los muones. Nunca me habían caído bien, los de la familia de los muones eran demasiado grandes y toscos. Aunque los primos eran más esbeltos como yo, no quería que me relacionaran con ellos, pero no pude hacer nada. Mi estructura cambió.

Tras poco más de 8 minutos de viaje, que como ya he dicho, se me hicieron eternos, empecé a ver una especie de bola azul a la que me acercaba peligrosamente. Intenté desviarme para no chocarme con ella, pero iba tan deprisa que no pude evitarlo y me precipité sobre ella.

Al principio fue bien, seguí moviéndome a la misma velocidad, me alegré y pensé que no pasaría nada. De hecho, algunos de mis vecinos de viaje que estaban delante de mi iban atravesando capas y capas de la bola azul y no les ocurría nada. Un instante después noté que me sumergía en un líquido y me frené de golpe. De hecho, sufrí una colisión con otra partícula que era más grande que yo y vi un destello de luz, pero no me hagáis caso, estaba muy aturdido. Poco después desaparecí.

Mientras que mis vecinos siguieron su camino y tuvieron la oportunidad de visitar lugares fantásticos a lo largo de su vida, yo desaparecí tras el choque en aquel líquido. Había sido una vida confusa y corta, pero intensa. Me encantó poder escuchar las breves historias de los vecinos mayores y entre todas ellas poder recrear lo que creo que fue mi vida. Y sobre todo me encantó saber, y no me preguntéis como lo supe, que mi desaparición ayudó a descubrir uno de los mayores misterios de la ciencia que se llevaba a cabo en esa bola azul donde me quedé. Cuando, durante mi viaje, cambié mi estructura y me convertí en uno de los primos pequeños de los grandes muones, resulta que no sólo era un misterio para mí el por qué me pasaba eso. Los seres que habitaban en la bola azul también se lo preguntaban. Mi desaparición contribuyó a ayudarles a entender el misterio. ¡Me llenó de orgullo!

I Certamen de Cuentos de Ciencia

Esta entrada es mi segunda contribución al genial I Certamen de Cuentos de Ciencia organizado por el blog Cuantos y Cuerdas y en el que, aparte de recomendar que visitéis, recomiendo que participéis.

Esta entrada ha sido editada para formar parte del #MegaCuento en la cual he intentado incorporar enlaces a todos los cuentos del #CertamenCuentos que he podido, aunque no han podido ser incluidos todos. Sin embargo, recomiendo pasarse por aquí para disfrutar de todos los cuentos.

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