A pesar de que ciertos sectores de la sociedad nos digan que son determinadas industrias las causantes de todos los males relacionados con las radiaciones ionizantes que sufrimos, lo cierto es que es la propia naturaleza, esa misma naturaleza que lleva aquí desde antes que nosotros existiéramos, la que contribuye en mayor proporción a la dosis efectiva de radiación que recibimos anualmente.
Aproximadamente, el 87% de la dosis efectiva que recibimos cada uno de nosotros anualmente proviene de fuentes naturales. Estas fuentes son de dos tipos.
Fuentes Extraterrestres: No quiere decir que seres de otros planetas nos irradien con su avanzado armamento, sino que es radiación que proviene desde fuera de la tierra. Esta es la radiación cósmica que se compone de diferentes partículas muy energéticas que vienen del sol o de otras estrellas, que tras haber viajado millones de años a través del espacio, se encuentran con nuestro planeta y llegan hasta nosotros. Los rayos cósmicos se componen de partículas cargadas eléctricamente como son protones, algunos electrones, iones, etc. o partículas sin carga como los neutrones.
Algunas de estas partículas llegan hasta nosotros directamente y en muchos casos nos atraviesan sin que nosotros lo sintamos. Otras muchas partículas colisionan con átomos o moléculas presentes en la atmósfera (por ejemplo el oxígeno que respiramos) y dan lugar a otras partículas secundarias que igualmente llegan hasta nosotros.
Hay que dejar claro que la radiación cósmica no es la misma en todos los lugares de la tierra ni a la misma altitud. La dosis efectiva debida a la radiación cósmica será mayor para aquellas personas que vivan en lugares que están a mayor altitud o que vuelen muy a menudo y también será mayor para personas que vivan en latitudes comprendidas entre los 40o y 50o de latitud.
Fuentes terrestres: Cuando la tierra se formó, incorporó a su composición muchos radionúclidos con una vida media tan larga como para que sigan existiendo en la actualidad, como son el 238U, 232Th, 235U o 40K. Además algunos de estos radionúclidos, al ser inestables, se desintegran en otros elementos que también son radiactivos, contribuyendo también a la dosis efectiva anual.
Estos elementos están distribuidos, más o menos, uniformemente en toda la corteza terrestre.
Sin embargo, existe un radionúclido que se encuentra en mayor proporción en ciertas zonas del planeta y que es especialmente peligroso para los seres vivos. Es el radón-222 (222Ra). Este radionúclido es el resultado de la desintegración del 226Ra y se encuentra en estado gaseoso por lo que, una vez emitido por el 226Ra que se encuentra en el suelo, se distribuye por la atmósfera y es susceptible de que lo respiremos. Si en lugar de emitirse directamente a la atmósfera, se filtra a través del suelo al interior de un edificio, las concentraciones aumentan y las probabilidades de que lo respiremos también aumentan.
Mapa de distribución de Radón en España (Fuente: Agencia SINC)
El resto de la dosis efectiva que recibimos anualmente es resultado de algunas prácticas que ha desarrollado el ser humano y curiosamente, la mayor parte de esa radiación ionizante es debida a los tratamientos que recibimos para cuidar nuestra salud, como son las técnicas de radiodiagnóstico (por ejemplo, rayos X), radioterapia, medicina nuclear o radioinmunoanálisis. Si queréis aprender más sobre este tipo de radiaciones y su uso en la sociedad, os recomiendo que leáis el blog Desayuno con fotones, donde grandes expertos en estos temas lo explican de una manera clara, sencilla y didáctica.
Referencias:
UNSCEAR 2000 Report on Sources and Effects of Ionizing Radiation to the General Assembly. Volumen I y Volumen II
El Mapa del Radón en España. Cátedra de Física Médica, Universidad de Cantabria
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